Imaginemos que un consumidor sin conocimientos técnicos se está planteando seriamente dejar de consumir energía de origen fósil y contaminante, y apostar por las energías renovables. Ayudar a frenar el cambio climático, emitiendo menos CO2 a la atmósfera, y reducir la factura energética doméstica son dos de las principales motivaciones de este importante cambio. Una de las opciones más claras que tiene ante sí es instalar en su vivienda una instalación de autoconsumo energético con acumulación mediante baterías.
Lo que probablemente no sepa nuestro protagonista en esta fase tan inicial de su iniciativa es que, además, está generando los siguientes beneficios:
Cabe añadir que el usuario pasa a ser un actor activo en el sector energético. Será un “prosumidor” que participa en la gestión activa de la oferta y la demanda, además, con la opción voluntaria de poner al servicio de la red el excedente energético que genere su instalación de autoconsumo. A pesar de ello, nuestro protagonista debe tener claro que todo kWh lo que genere, almacene y consuma tendrá mucho más valor que un kWh compensado por la compañía eléctrica en la factura mensual.
No obstante, en oposición a estos factores favorables del autoconsumo con baterías, puede argumentarse que el precio del KWh solar generado a gran escala en parques fotovoltaicos es más barato que en las instalaciones domésticas. Es técnica y estadísticamente cierto.
Sin embargo, esta solución de gran formato –cuya energía es generada en terrenos enormes en zonas de baja densidad de población– se deja por el camino dos ventajas clave que sí aporta el autoconsumo.
La primera ventaja se refiere al concepto de proximidad, de energía de km O, con la ventaja de reducción de pérdidas y la posibilidad de participar en los mercados. Mientras que los grandes parques fotovoltaicos perpetúan el modelo pasivo en el que el cliente se limita a pagar y a consumir. Energía verde y limpia, eso sí, y ya es un gran avance si apostamos definitivamente por la transición energética. Pero esa transición energética debe ir acompañada necesariamente de una transición social –relativa al cambio de hábitos en el consumo energético diario del usuario, y a su participación en el mercado energético- queda incompleta. De alguna manera, se sustituye el petróleo por el sol en un mismo esquema conceptual unidireccional.
La segunda ventaja se refiere a la aportación de flexibilidad al sistema eléctrico. Una generación renovable, menos gestionable, requerirá la participación de los consumidores, aportando flexibilidad al consumo, para poder responder en tiempo real a las necesidades del sistema eléctrico.
Además, en un hipotético escenario dominado absolutamente por los grandes parques fotovoltaicos no existirían las comunidades locales de energía. Estos micro-parques fotovoltaicos creados por decenas, centenares o miles de usuarios domésticos conectados a la red eléctrica para compartir energía son pieza fundamental en la gestión del sistema. Cuanto más cerca esté el punto de generación del punto de consumo real mayor será la eficiencia energética y el sistema se dotará de flexibilidad energética.
Finalmente, disponer de una batería de acumulación energética en una instalación de autoconsumo abre la puerta a otra dimensión. La escalabilidad. Es decir, la posibilidad de ampliar y adaptar nuestra disponibilidad de energía a nuestras necesidades futuras. Por ejemplo, si decidimos disponer de un vehículo eléctrico que requiera cargar sus baterías o climatizar otras instalaciones, como una piscina.
Webatt Energía, único elite partner del fabricante alemán de baterías de autoconsumo sonnen en España y Andorra, está muy bien situado en la línea de salida de puesta a punto de proyectos de parques locales de energía de proximidad en España. En la actualidad, está colaborando en la prueba piloto IREMEL impulsado por IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía) y OMIE (Operador del Mercado Ibérico de Electricidad).
No obstante, en la actualidad ya existen 6 comunidades internacionales con sonnen Batteries que comparten energía en todo el mundo agrupando unas 150.000 personas, en Alemania, Italia, Austria, Suiza, Estados Unidos y Australia. De éstas, la más numerosa es la de Alemania con 30.000 usuarios capaces de generar y compartir 210 MW al año lo que permite aportar de manera agregada servicios de balance al operador del sistema y lograr ingresos extra para los consumidores.
En todo el mundo sonnen cuenta con 50.000 sistemas instalados, de los cuales 35.000 en Europa, cada uno con una capacidad de entre 5 y 15 kWh. La red total tiene una capacidad de hasta 300 MWh y el potencial para suministrar electricidad a aproximadamente 120.000 hogares.